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Mostrando las entradas de septiembre, 2022

Juan Carlos, El Buda

Fuente Esto es lo que oí: Juan Carlos un día salió de casa hambriento. No había desayunado, como era costumbre en su casa, y aun faltaba mucho para el almuerzo, por lo que fue al parque más cercano a tumbar unos mangos para comer. Al llegar al árbol de mango más grande y viejo del parque se encontró con un puñado de niños que, cuando vieron a Juan, se pusieron agresivos, le amenazaron con el gran palo que llevaban y le dijeron mil y un improperios. Juan les enfrentó pese a todo, su hambre podía más que su miedo; como resultado terminó hecho chicha. Juan Carlos volvió a casa más enojado que cuando salió, reclamando por comida de forma agresiva. Su familia era numerosa y de muy escasos recursos, no era fácil mantener a sus siete hermanos y hermanas; además, su padre era muy violento y su madre una mujer tan sumisa que el simple hecho de pensar en protestar le parecía inútil. El padre de Juan Carlos, al verle con esa mala actitud, le amenazó con azotarlo con una manguera, a lo que J

Sidd en el Fin del Mundo

Fuente Sidd huyó en la madrugada. Quien le vio partir fue su hija, preguntándole a donde iba. “Al fin del mundo”, respondió él, “Te contare todo cuando vuelva”, mintió, dejando a la niña esperanzada y sonriendo hasta que volvió a dormir. Sidd empezó como grumete en un pesquero. Olvidó a su esposa e hija y se reinventó como Sidd, su nuevo nombre. “¿Y que buscas en el mar?” le preguntaron, “El amor de mi vida”, dijo con sinceridad. Por las noches, Sidd soñaba con aquel canto dulce y melancólico que oyó en las olas. Fue hasta donde estas rompían, mas no halló a nadie. Creyó que fue una sirena que quizás había huido a donde ningún marinero se atrevía a ir, por lo que partió hasta el fin del mundo para encontrarla.

El Siguiente Paso

Fuente Aunque el horizonte se amargue por la tormenta, y caiga la noche en plena mañana, y las nubes como montañas comiencen a rugir cual fieras hambrientas, y llueva tanto o incluso más que en los días del diluvio… Ten calma. Aunque el camino parezca eterno, y sientas haber dado un millón de pasos y que te quedan mil millones más por dar, y no veas sino el infinito alejándose de ti, y cada paso que des pese mil toneladas… Sigue avanzando. Aunque despiertes abatido, con la sensación de tener un vacío en el pecho, y la música que te alegra ya no te alegre y la comida que te gusta ya no te guste, y no quieras ni hacer lo que normalmente quisieras hacer, y sientas la urgencia de simplemente desaparecer... Respira hondo. Porque aun sin nada en el bolsillo, nada en el estomago, nadie a tu lado o nada en el alma, recuerda que así como pasa el día, también pasa la noche, así como termina lo bueno también termina lo malo, así como se termina un viaje, comienza otro. La vida es p