… Entré al Banco, agarré un numero y tomé asiento. Tenia muchas cosas pendientes, pero era el numero 16, así que tendría que esperar un rato antes de atenderlas.
Un señor vociferaba por teléfono:
“¿Lanzaste el Microondas a la piscina? ¡Si había un extintor...! ¿Cómo que el fuego vino después?”.
Recordé que había olvidado apagar la estufa, o eso creía. Me urgía salir y cerciorarme, pero era el numero 70, y no podía dejar mi puesto por una duda. Ya si mi apartamento estaba en llamas compraría un extintor.
Unas cajeras charlaban:
“¡Era una rata gigantesca! Y Lucifer va y la traga entera, ni los huesos dejó”.
“¿Llamaste a tu gato Lucifer?”.
“Con ese apetito ¡No parece una criatura de Dios!”.
Recordé que había olvidado darle comida a mi perro Rupert, o eso creía. Seguro se moría de hambre, si no lo mataron primero las llamas.
Me urgía salir y comprarle comida, junto al extintor, pero era el numero 160, tendría que esperar. Ya al salir mejor compraba una urna para la cenizas de Rupert.
Un anciano musitaba:
“Van a ser las tanto y pico, y cierran a las tanto y media. Llevo décadas aquí y no me han llamado ¡Y eso que soy el número 2!”.
Recordé que yo también era un anciano (o eso creía) y había olvidado mis pastillas sobre el mesón. Quizá Rupert se las había comido, quedando tieso, evitando morir por las llamas.
Me urgía salir a comprar más pastillas, pero no sabia si tendría suficiente dinero tras comprar la comida, la urna y el extintor. Necesitaba el efectivo, pero era el numero 269, me faltaba esperar muchísimo…
Entonces entró alguien, tomó un numero y exclamó:
“¿1500? ¡Cristo!”.
De inmediato fui y le ofrecí mi numero. Aceptó y yo agradecí el poder escapar para comprar las pastillas para mi perro, la comida para el extintor y el fuego para la urna… Pero estando ya fuera del Banco la cajera llamó: “¡Numero 16!”, y la persona con mi número fue atendida.
Exasperado pero necesitado de efectivo, regresé...
Comentarios
Publicar un comentario