Sor Juana Inés de la Cruz escribió una vez:
“Hombres Necios que culpáis
A la mujer sin razón
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis”
Resulta satisfactorio pensar que no es uno el del error o el que tiene el problema. Eva da la manzana a Adán y, en el momento del juicio, este último la culpa de la falta de ambos. Al parecer, junto con la costilla también le quitaron la voluntad al pobre hombre, ¿O era muy difícil decir “No, gracias amor, prefiero las naranjas”?
“Hombres Necios”, bien lo dijo la monjita, aunque la necedad ya está en toda la humanidad, indiferentemente de su género, orientación sexual o del constructo que prefieras. La necedad es el pecado original del cual quizá nunca saldremos ni con un segundo diluvio. Necios en la política, la educación, las creencias, el amor…
¿Alguna vez has visitado una web “triple equis”, visto alguna revista de ese tipo o has pagado por sexo? ¿Por qué? ¿Qué buscabas?. El "oficio" del sexo, dicen, es el más antiguo del mundo. Eso me confirma que la necedad está en la sangre.
No lo sé, quizá yo sea el raro, pero, en el momento en que ya he hecho lo propio, estando abatido y, como dicen por allí, “con pelos creciéndome en la mano”, no puedo evitar preguntarme “¿Era esto lo que quería, lo que buscaba?” Admito que, como cualquier otro, soy muy necio.
¿Qué es lo que busca uno en el cuerpo de su pareja? ¿Qué es lo que encuentra tan fascinante, tan atractivo? Seamos más específicos, por ejemplo: ¿Qué es lo que ve el varón heterosexual en las mamas? ¿Qué tienen de especial esos órganos glandulares compuesto de mayormente de tejido adiposo? ¿Cuál es su valor estético? ¿Se les puede aplicar la proporción áurea, quizá? Uno piensa a profundidad en ello y pierden el sentido, como cuando se repite mucho una palabra. Los hombres también tienen mamas (y algunos más desarrolladas que las de algunas), y sin embargo al verles no se despierta nuestro fuego interno.
Según dicen que es una cuestión evolutiva, que si los senos recuerdan a los glúteos de los monos, que si la Oxicotina, que si son un símbolo de abundancia. ¿Sera verdad? Ni idea. Yo soy de creer que, más que desear las mamas, uno anhela su significado: la conexión y el cariño que vienen con ellas. La madre da pecho a su bebé abrazándole y dándole calor. Ese ser que salió de ella toma algo que proviene de ella, como si nunca se hubiese cortado el cordón umbilical, y madre e hijo vuelven a ser uno.
Pero uno crece y como que se arruina la vaina, y entonces la madre ya no puede amamantar en público porque a la peña se le puede parar.
¿Qué es lo que busca el varón heterosexual en las femeninas? Amor ¿Qué más?, pero el hombre es necio y para él “todo lo que brilla es oro”.
Se va a un prostíbulo en busca de "amor" en forma de pasión, una conexión carnal con otro ser humano, con otra alma. Pero es una simulación, una farsa. Se conectan los cuerpos, no las almas.
Aquellos sin la posibilidad ni el dinero para tal experiencia (*cof* *cof* mi caso *cof*) nos conformamos con anhelos e ideales. Soñamos que estamos con esa belleza, dando el alma en cada beso, mordida y penetración. Pero la mayor ilusión de esta quimera no son las posiciones ni la capacidad de durar 10 horas seguidas en el acto, es que aquella persona disfruta y aprecia nuestra compañía, que nos ama. De lo contrario un simple juguete sexual (uno de calidad, por su puesto) sería suficiente, y adiós prostíbulos.
La lujuria es la mentira del amor en la carne. Las mentiras son el mayor y más longevo negocio de la humanidad. La necedad de todos resulta en el enriquecimiento de unos pocos y El dolor de muchos otros.
Sor Juana pregunta:
“¿O Cual es más de culpar,
Aunque cualquiera mal haga:
La que peca por la paga,
O el que paga por pecar?”
Jamás volveremos a conectar con otra alma como lo hicimos con nuestras madres cuando pequeños. Somos unos entes terriblemente independientes y libres en busca de "Amor".
¿Pero qué es el amor? El hecho de que sea incuantificable e indefinible es todo un lío. Creemos que es aquello que nos falta, pero ¿Qué nos falta en verdad?
Pasaremos la eternidad buscando lo que nos falta y fallaremos más veces de las que podremos contar. Encontraremos a alguien igual de perdido, y junto a ella, en paralelo, seguiremos nuestra travesía. Engendraremos con esa persona seres más perdidos que nosotros y les diremos lo poco aprendido en nuestra, hasta el momento, infructífera travesía por lo que nos falta. Ellos también engendrarán, y sus engendros engendrarán otros engendros, y nosotros cumpliremos nuestro límite en la tierra. Y, cuando el último suspiro esté a milímetros de tocar nuestros labios… sabremos que siempre estuvimos completos y solo fuimos Demasiado Necios.
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